Otra vez con el mismo libreto
Fue en la segunda audiencia del juicio que comenzó el martes en Córdoba, el tercero en su contra desde la anulación de las leyes de impunidad. La autopsia y los testimonios sobre el testigo que apareció muerto dan crédito a la hipótesis del suicidio.
“A mis acusadores les debe sorprender desagradablemente que yo siga pensando igual”, afirmó el condenado Luciano Benjamín Menéndez a modo de introducción, durante la segunda audiencia del juicio que comenzó el martes en Córdoba. Luego comenzó a leer el escrito en el que reivindica su actuación durante la dictadura, una apología de los crímenes que el ex comandante del Tercer Cuerpo de Ejército ya había leído al comienzo y al final de sus juicios anteriores, en esa misma sala y en Tucumán. Con el informe escrito de la autopsia y los testimonios de familiares y allegados al ex policía Jesús González, en tanto, los allegados a la investigación de su muerte, cinco días antes del comienzo del proceso en el que debía declarar como testigo, se inclinaron ayer por la hipótesis del suicidio.
Menéndez volvió a cuestionar la competencia de la Justicia federal para juzgarlo por delitos cometidos durante el gobierno de facto, reclamó ser investigado por la Justicia militar, se definió como una “víctima de la inseguridad jurídica” y se negó a responder preguntas.
Otros acusados también hicieron su descargo. El coronel retirado Rodolfo Campos, ex jefe de la policía de Córdoba en 1979, que por problemas de salud sigue el juicio por videoconferencia desde el Consejo de la Magistratura de la Nación, negó “enfáticamente todas las circunstancias y acusaciones” en su contra.
El ex policía Hugo Britos rechazó las imputaciones. “Me enseñaron a defender al gobierno constituido y a defender la vida”, dijo. “Siempre hice lo mismo, y si estuviera en actividad lo seguiría haciendo”, agregó. Hugo Calixto Flores no sólo reivindicó su condición de católico. “Soy veterano de la guerra contra la subversión y un perseguido político y judicial”, dijo. Agregó que el actual proceso es parte de una venganza de “Charlie” Moore, un sobreviviente que estuvo secuestrado durante años en el Departamento de Informaciones (D2) de la policía y que luego incriminó a sus miembros.
César Armando Cejas negó su participación en tareas de inteligencia, sugirió que era un simple administrativo y fue el único que accedió a responder preguntas de las partes. Tanto el fiscal Carlos Gonella como el abogado Martín Fresneda, de HIJOS, le pidieron que dijera si reconocía su firma en legajos y documentos. El imputado dijo desconocerla y negó haber sido segundo jefe de la Dirección de Inteligencia de la policía. “Esto para mí es tremendo y lo debo decir a viva voz porque somos gente humilde, y yo enseñé lo que aprendí”, se lamentó.
El testigo
“Se estaría confirmando la hipótesis del suicidio. Todo parece indicar que se trató de una decisión personal”, declaró el fiscal federal Gustavo Vidal Lascano, a cargo de la causa por la muerte del ex policía Jesús González, testigo en la causa.
Ayer declararon la hija, el yerno y una vecina de González. Dijeron que no habían detectado movimientos extraños en torno del domicilio y tampoco indicios de que el ex miembro (del D2) fuera a quitarse la vida. “No hubo ni cartas ni notas, ni nada. Sólo hizo algún tipo de manifestación acerca de que tenía que ser testigo en el juicio, pero no con temor o preocupación. No hubo ni amenazas ni visitas extrañas”, dijo Vidal Lascano.
González fue hallado muerto el viernes en el baño de su casa y, según la autopsia, se habría quitado la vida luego de cortarse las muñecas e hincarse en el pecho con un elemento punzocortante. Durante la dictadura, el ex policía fue guardia en al menos dos centros clandestinos: el destacamento de Pilar-Río Segundo y la “Casa de Hidráulica”, donde fue asesinado el subcomisario Ricardo Fermín Albareda, principal víctima del juicio. González estaba jubilado y no realizaba ninguna labor, afirmó Vidal Lascano, quien hoy continuará tomando declaraciones.
El ex policía había declarado en diciembre de 2006 durante la instrucción de la causa. Entonces confirmó cómo se organizaba el D2 en “Casa de Hidráulica”. Durante el juicio se esperaba que ahondara en detalles sobre lo ocurrido el 25 de septiembre de 1979, la noche del secuestro, las torturas y el asesinato de Albareda. González había sido ofrecido como testigo por la defensa del imputado Hugo Britos, quien pretendía que refutara a otro ex uniformado que lo involucró en el crimen.
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